El fin de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores, que comienza la semana que viene, es el gran símbolo de que España pasa página de la pandemia después de más de dos años. Esta medida se suma al cambio de vigilancia implantado a finales de marzo, que deja de contar cada caso y no obliga al aislamiento de los infectados con síntomas leves, lo que convierte a España en uno de los países occidentales con menos medidas en vigor frente a la covid. Después de varios reveses inesperados —como la irrupción de la variante ómicron—, la ministra de Sanidad, Carolina Darias (Las Palmas de Gran Canaria, 56 años), prefiere no bajar los brazos. “Es un paso más”, responde en una entrevista telemática que concede a EL PAÍS desde Las Palmas de Gran Canaria. A tres días de que el Consejo de Ministros apruebe la nueva norma, que entrará en vigor el próximo miércoles, aclara algunos flecos que todavía estaban por concretar. La semana pasada dejó abierta la posibilidad de que hubiera excepciones a la obligatoriedad en algunos transportes públicos; adelanta que no será así. Habrá que seguir llevándola en todos ellos; también en farmacias, al considerarse centros sanitarios. “El vector es proteger a las personas vulnerables”, justifica.
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