Cada vez que ve o escucha a Serguéi Lavrov, actual ministro de Exteriores ruso, Andréi Kozirev piensa en el mismísimo Judas. Kozirev (Bruselas, 71 años) fue el primer canciller de la Rusia postsoviética, a principios de los años noventa, en el Gobierno de Boris Yeltsin, y nombró a Lavrov como su adjunto. “Era buena gente, políticamente estaba de mi lado y fue uno de mis colaboradores más estrechos. Ahora ha cambiado, no sé qué le ha pasado, pero ya no lo reconozco. Es como el apóstol Judas, aunque con eso no quiere decir que yo sea Jesucristo”, explica desde su domicilio en Estados Unidos, uno sobre el que no le gusta dar detalles habida cuenta de que se ha convertido en persona non grata para el régimen que impera en la madre patria.
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